“Caminar con niños por terrenos sencillos”
¿Cuántas veces nos hemos fijado al escoger una ruta sólo en la distancia que tiene? ¿Sin prestar atención al tipo de terreno por el que transita?.
En nuestro caso, nos ha pasado más de una vez… Nos encontramos con un recorrido de apenas 3 km y tardamos en hacerlo casi 3 horas…
El tipo de terreno va a condicionar en gran medida las excursiones con niños.
En este primer artículo, nos centraremos en lo que llamaremos terreno sencillo, pues no presenta demasiada dificultad, ni peligros graves en su discurrir.
Cuando realizamos salidas al campo con niños, transitaremos en la práctica totalidad del recorrido por este tipo de terrenos fáciles. Van a ser distintos medios que presenten poca severidad o dificultad en el avance de la marcha, y, en general, van a permitir avanzar con cierto relajo y disfrute.
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Carreteras:
Es un terreno a evitar, pero muchos senderos balizados cruzan carreteras y otros, incluso, circulan algunos kilómetros por ellas. Se debe ir en fila de uno por la izquierda, un adulto delante y otro atrás. Si los niños son pequeños, de la mano y por el lado de fuera de la carretera. En vías secundarias se suele descuidar mucho este aspecto, confiando en que casi no pasan coches, pero hay que ir pendientes y llevar a todo el grupo junto y dispuestos a echarse al lado izquierdo a la mínima sospecha de que se acerca un vehículo.
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Pistas:
Es un terreno por el que los niños caminan bien. Tienen el inconveniente, de que, si el tramo es largo, pueden caer en la monotonía (y si los niños se aburren dicen que están cansados), y otro posible problema es la exposición al sol en zonas altas. Cuidado con otros usuarios (quads, motos, bicis de montaña) que a veces circulan a bastante velocidad, como si no fueran a encontrar a nadie. También hay que prestar atención en épocas de caza, si hay alguna batida, informarse antes de hacer la ruta y en caso de coincidencia con la cacería intentar cambiar de ruta.
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Senderos:
Es el terreno ideal para nuestras excursiones. Muchas veces los niños quieren ir en paralelo, y, a veces, el camino es estrecho (ir haciendo turnos para ir en cabeza, y así, evitar posibles disputas). Igualmente, os dirán que quieren ir corriendo, y si el terreno lo permite no hay ningún inconveniente. Evitar los atajos y enseñar a subir despacio (aunque esto no va con el espíritu aventurero y explorador del niño). Deben aprender a esperar siempre que exista un cruce de caminos (además los responsables procuraremos no perderles de vista nunca, aunque les dejemos ir delante “explorando”).
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Campos y praderas:
Las praderas son un terreno estupendo para caminar con los niños, les encanta moverse con libertad por ellas. Debemos tener precaución si la pradera presenta hoyos ocultos por la hierba, bien por la presencia de arroyos, o por tener algo de desnivel en algunas zonas.
Hay que prestar atención si hay ganado suelto en ellas para que no asusten a los niños (basta con ir cerca de ellos), y para evitar que los niños asusten al ganado. Más cuidado hay que tener si advertimos la presencia de perros cuidando ese ganado, en ese caso, los niños deben ir a nuestro lado, de la mano y mantener la calma si se acercan los perros. Normalmente si nos ven pasar sin molestar al rebaño, y caminamos tranquilos, nos dejarán en paz, no obstante, si observamos un comportamiento excesivamente agresivo y territorial al acercarnos y no vemos al pastor en las inmediaciones, es mejor dar marcha atrás (sin correr, todo animal que ve una conducta de presa, actúa como depredador) y buscar una alternativa distinta para el paso.
Zonas de cultivo:
Si hacemos una excursión fuera de sendero y por algún motivo (despiste casi siempre) debemos atravesar un huerto o sembrado, siempre lo haremos por un lateral, en fila de uno y procurando no pisar, ni destrozar nada. No debería hacer falta decirlo, pero también debemos mostrar respeto por la propiedad ajena, las cerezas cogidas del árbol están muy buenas, pero si están en una finca atendida, tienen dueño que trabaja y las mantiene.
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Bosques:
Si atravesamos un bosque con sendero trazado, sólo deberíamos tener cuidado con las ramas que quedan a la altura de la mochila si porteamos al niño en ella. Las raíces en el suelo pueden ocasionar algún resbalón si están húmedas y tropezones si vamos descuidados, pero en general, el suelo mullido y la variedad de estímulos, convierten a los bosques en terrenos estupendos para nuestras excursiones. Si atravesamos un bosque sin sendero, debemos tener cuidado con las piedras y posibles hoyos tapados por la hojarasca que cubre el suelo. Si el bosque está cerrado de matorrales su paso puede ser una auténtica odisea, conviene rodearlo.
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Zonas de matorral:
Hay que tener cuidado, pues, algunas zonas de tránsito estrecho y difícil para nosotros son intransitables para los niños. Cuidado al apartar las ramas para pasar, nunca se deben soltar de golpe, si no avisar al que viene detrás para que la sujete. Probablemente nos hayamos salido del camino, si nos encontramos en esta tesitura, por lo que quizá, lo más sensato sea buscar una alternativa menos cerrada de maleza volviendo atrás. No obstante, algunas sendas atraviesan zonas de piornos y no queda más que armarse de paciencia y buscar el mejor paso.
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Playas y zonas de arena:
Les encanta, acabarán mojados sea cual sea la época del año (así que no te enfades, prevéelo). Cuidado cuando el recorrido es largo, vaciar de arena el calzado, cada poco tiempo (si es que consigues que sigan calzados, pero si el calor aprieta, debes insistir para evitar problemas en los pies). Se camina mejor por el borde del agua donde la arena está húmeda, ya que, soporta el peso sin hundirnos.